Por Felipe De Stefani
¿Qué es lo que me funcionó a lo largo de mi carrera para desarrollarme y crecer como empresario? Hace veinte años trabajo en la misma compañía, en la cual tuve en ocho trabajos/roles distintos. Completamente distintos. Como si fuesen compañías distintas. El último de mis trabajos me lo asignaron hace cuatro meses. Sin embargo, en medio de todos esos cambios, hubo un principio que me mantuvo posicionado correctamente independientemente del rol que estaba cumpliendo.
Si yo tuviese que pensar qué fue lo que me pasó, o cómo cambió mi vida, te puedo decir que simplemente abracé el cambio. Jamás miré atrás. Siempre tuve bien presente que el pasado "pasó" que las cosas son hechas nuevas todos los días y que cuando viene el cambio, hay que abrazarlo. Charles Dickens, escritor inglés, habla en su libro "historia de dos ciudades" sobre tiempos contradictorios. Y tiempos contradictorios son éstos, donde el tiempo que estamos viviendo puede ser catalogado por algunos como "malos tiempos", pero hay otros que los describen como "los mejores tiempos".
En la mayoría de los casos quienes lo ven de la primera manera, son personas que están intentando proteger lo "logrado" enfocados en el pasado, aferrándose al poco o mucho éxito alcanzado.
Jesucristo dijo "yo hago todas las cosas nuevas". Esto yo lo tomo como un regalo de Dios, donde cada día su misericordia se renueva ofreciéndonos la posibilidad de cambiar. Este último tiempo fue un tiempo de transformación absoluta, donde nos hemos quedado sin palabras preguntándonos si lo que estaba ocurriendo realmente estaba sucediendo porque parecía sacado de una película de ciencia ficción. Personalmente para mí, fue uno de mis mejores tiempos, donde aprendí cosas que no podría haber aprendido si ésto no hubiese sucedido. Abracé el cambio y con él sus desafíos. Esta es la clave "posicional" que caracteriza mi carrera como empresario. Hoy, si uno no es un agente de transformación que promueve el cambio, termina siendo una víctima del cambio. Es como nadar contra la corriente; cuando uno deja de nadar, la corriente se lo lleva. No hay un intermedio. Lo mismo respecto al cambio; uno es promotor del cambio, o es víctima del cambio.
Ahora bien, hay una ventaja para algunos! Hay una palabra muy interesante, que me ayudó a cambiar la cabeza respecto a algunas cosas, que dice lo siguiente: “El viento[a] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Lo que me indica que el que cree y ha nacido del espíritu, es una persona que tiene una expectativa renovada cada mañana por la misericordia de Dios. Entender esto es clave para ser agentes de cambios. Entender que la actitud es más valiosa que la aptitud, y que abrazar los cambios y sus desafíos nos lleva a tener que aprender constantemente sin importar los déficit de conocimiento o experiencia.
Esta es la clave que me mantiene diligente y permite que abrace los cambios sin temor. No soy yo, es Dios. Y si Dios lo hace conmigo, creo fervientemente que también lo puedo hacer con vos.
Bendiciones!
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